SM el Rey: El diálogo interconfesional debe contribuir a salvar a la humanidad de los tormentos del sufrimiento y la división

 SM el Rey: El diálogo interconfesional debe contribuir a salvar a la humanidad de los tormentos del sufrimiento y la división
El diálogo interconfesional, impulsado por la voluntad de favorecer la interacción constructiva, la comprensión unánime y la cooperación fructífera entre las diferentes confesiones, será una palanca esencial que contribuirá a preservar a la humanidad de los tormentos del sufrimiento y la división, declaró, hoy martes, Su Majestad el Rey Mohammed VI.

En un mensaje dirigido a los participantes en la conferencia parlamentaria « Diálogo interconfesional: trabajar juntos por nuestro futuro común », que se celebra del 13 al 15 de junio en Marrakech, el Soberano subrayó que este objetivo sólo podrá alcanzarse « siendo esta una de las apuestas de vuestra conferencia- cuando unamos las palabras a los actos ».

« Procurando renovar el concepto de diálogo entre las confesiones y logrando un salto cualitativo en la conciencia colectiva con respecto a la importancia del diálogo y la convivencia, así como con relación a los peligros de no abandonar la lógica del ostracismo, el fanatismo y el ensimismamiento », continuó SM el Rey dirigiéndose a los participantes en esta Conferencia, que « reúne por primera vez a parlamentarios que han venido en calidad de legisladores y representantes de sus respectivos pueblos, y a un gran número de líderes religiosos, expertos e investigadores de renombre de todo el mundo ».

« Esperamos que la Conferencia de Marraquech ofrezca una respuesta racional, prudente y convincente al fanatismo, odio y menosprecio por las religiones y el trato a las personas según su religión, secta, raza o piel », añadió el Soberano en este mensaje, leído por el presidente de la Cámara de Representantes, Rachid Talbi El Alami, expresando su convicción de que la diversidad de los estatutos respectivos de los participantes y la variedad de sus formaciones políticas, intelectuales y religiosas serían de una ayuda inestimable.

En efecto, consideró Su Majestad el Rey, « los parlamentarios poseen autoridad para ratificar la legislación que facilita el diálogo y evita los discursos de ensimismamiento y fanatismo », señalando que los responsables aquí presentes de las instituciones y jefaturas religiosas pueden, por su parte, hacer valer su misión de orientación y sensibilización, y utilizar su autoridad espiritual para advertir de los abusos que podrían socavar las bases de una coexistencia constructiva y del diálogo entre las religiones.

« También debemos comprender que el sentimiento de miedo a una determinada religión, o quizá el hecho de infundir temor hacia la misma, se convierte en una especie de odio hacia las manifestaciones de esta religión y a la cultura asociada a la misma », dijo el Soberano.

« Por consiguiente, a una instigación contra ella, desembocando en la discriminación y actos de violencia. Desgraciadamente, muchos medios de comunicación que cuentan con una nutrida audiencia, no hacen sino dedicar sus editoriales a producir espirales de fanatismo, y fanatismo contrario”.

El Soberano expresó también su deseo de que la Conferencia de Marrakech culmine con « planes de acción que serán implementados de manera decisiva por los tres componentes que ustedes representan, tanto a nivel de cada país como a escala internacional ».

SM el Rey insistió en la necesidad de crear herramienta mixta, cuyos trabajos han de ser coordinados desde la Unión Interparlamentaria, con vistas a hacer del diálogo interreligioso un noble objetivo común a todos  los  componentes de la comunidad internacional y defendido en los foros internacionales.

« Este objetivo servirá también como uno de los estándares de la gobernanza democrática en la práctica parlamentaria, y uno de los indicadores del respeto del pluralismo y de la diversidad cultural », insistió el Soberano, señalando que la religión, al constituir un baluarte contra el extremismo, debe constituir la base de la convivencia y no ser explotada por ideologías extremistas.

« La consolidación de este principio y el respeto de las diferentes religiones, requiere un esfuerzo pedagógico y educativo por parte de las escuelas, las universidades y los medios de comunicación, así como por las instituciones religiosas y espacios de debate público responsable », sostuvo el Soberano, expresando su esperanza de que el documento final de la Conferencia incluya propuestas prácticas para alcanzar este objetivo.

Refiriéndose a una serie de desafíos y crisis que sacuden a la humanidad, así como a una serie de signos muy preocupantes sobre el futuro de las relaciones entre las distintas confesiones y civilizaciones, Su Majestad el Rey consideró necesario, frente a estos signos, que las fuerzas vivas, comprometidas con la igualdad de las religiones, de las civilizaciones y, más allá, de todos los seres humanos, se movilicen para invertir la tendencia actual y adoptar políticas susceptibles de frenar esta peligrosa regresión de la conciencia humana.

« Las instituciones representadas por los participantes en este congreso se hallan en el centro de la noble batalla por el entendimiento, la tolerancia y la convivencia », añadió el Soberano, señalando que también son necesarias la acción institucional y la labor de sensibilización y educación.

« El sombrío panorama que hoy vive el mundo con relación al conflicto de las creencias no nos puede encubrir los aspectos positivos y luminosos », estimó Su Majestad el Rey, citando las audaces iniciativas que tratan de promover la comunicación y la interacción entre los componentes de la comunidad internacional y los fieles de diferentes confesiones, contribuyendo así a cultivar un espíritu de tolerancia y un clima de comprensión: el ideal de la convivencia.

Felicitándose de que los participantes en esta Conferencia « formen parte de estas élites políticas, de líderes religiosos, intelectuales y pensadores, que creen que la sucesión en la tierra, como la quiso Dios Todopoderoso, es para el conocimiento, la cooperación y la convivencia, en el seno de la divergencia, religiosa y doctrinal, que es una responsabilidad y una prenda que asume toda la humanidad ».

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