65º aniversario del fallecimiento de SM Mohammed V, un homenaje a la memoria del Padre de la Nación y símbolo de la lucha anticolonial
El llorado Soberano, que había consagrado su vida a la lucha por la liberación de Marruecos, había hecho todos los sacrificios, incluido el exilio, junto con la Familia Real, al que le obligaron las autoridades coloniales, por la recuperación de la plena independencia de su país.
El difunto Soberano falleció el décimo día del Ramadán del año 1380 H (26 de febrero de 1961), dejando a los marroquíes el recuerdo de un Rey patriota, comprometido y valiente quien dedicó su vida a la justa causa de su país, afrontando innumerables dificultades para ello, sin perder un ápice de su fe y determinación.
En su incansable lucha por la independencia, el difunto SM el Rey Mohammed V insistió en la concertación y la coordinación con el Movimiento Nacional, convencido de que la recuperación de la soberanía no podía ser obra de una sola persona ni de una sola institución, sino el fruto de una acción colectiva basada en la fe y en el esfuerzo de concienciación y movilización del pueblo marroquí.
La culminación de esta acción nacionalista colectiva y patriótica fue la presentación, el 11 de enero de 1944, del Manifiesto de Independencia, un paso audaz que reflejaba la perfecta simbiosis entre el Trono, el movimiento nacional y el pueblo, y constituía el primer paso en el camino hacia la liberación del yugo del protectorado.
El 10 de abril de 1947, el Sultán Mohammed Ben Youssef acudió a Tánger para pronunciar un discurso resonante que dejará huella en la historia y los espíritus. Y con razón, el Soberano formuló en él solemne y explícitamente, por primera vez, la reivindicación de la independencia de Marruecos, provocando sudores fríos en las autoridades coloniales que, empujadas a sus últimos baluartes, iban a hacer todo lo posible por recuperar el control de la situación.
Tras el fracaso de todas sus artimañas, chantajes y amenazas destinadas a presionar al difunto SM Mohammed V para que renunciara a la lucha nacional, el colonizador montó un sórdido complot contra el Sultán y la augusta Familia Real, que fueron obligados a exiliarse en 1953, primero en Córcega y luego en Madagascar.
La siniestra estratagema del ocupante resultó contraproducente. La deportación del sultán Mohammed Ben Youssef, que pretendía cortar los puentes entre el difunto rey y su pueblo leal, unió aún más al pueblo y al movimiento nacional en torno a él, desencadenó una oleada de revueltas populares y acciones armadas contra las fuerzas coloniales y convirtió la independencia en la causa, no ya de una élite de políticos e intelectuales nacionalistas, sino de todo un pueblo movilizado detrás de su soberano.
Esta hermosa epopeya de patriotismo, valentía y lealtad se vio coronada por el regreso triunfal del Padre de la Nación y de la Augusta Familia Real a la Madre Patria, el 16 de noviembre de 1955, y el anuncio, un año más tarde, de la independencia y el inicio del « Gran Yihad », el de la construcción de un Marruecos nuevo y moderno.
Tras la recuperación de la independencia del Reino y con el mismo espíritu del Padre de la Nación, el difunto Su Majestad el Rey Hassan II, compañero de lucha del héroe de la independencia, prosiguió la labor de consolidación de los logros, emprendiendo un programa de gran envergadura para el desarrollo económico y social del país, antes de que su digno sucesor, Su Majestad el Rey Mohammed VI, tomara la antorcha para continuar la obra de sus predecesores con determinación y abnegación.
Así, Su Majestad el Rey Mohammed VI se ha comprometido, desde su entronización, en la consolidación de este gran proyecto nacional, llevando así a Marruecos a una nueva era, la de la modernidad y el desarrollo global.