A pesar del fuerte apoyo de defensores del medio ambiente y políticos de izquierda, como un medio para combatir el cambio climático y fomentar la economía verde, el sector de los vehículos eléctricos lucha por mantener su lugar en Estados Unidos, especialmente debido a la baja demanda.
Un ejemplo notable de este retroceso es el anuncio reciente de Ford, una de las empresas estadounidenses que apoya esta industria tras el gigante Tesla. Ford ha decidido cancelar sus planes para producir un SUV, inicialmente programado para 2025, luego pospuesto hasta 2027 y finalmente abandonado.
La empresa se ha visto obligada a reducir sus planes y optar por proyectos más modestos debido a una demanda inferior a la esperada y a la intensa competencia de las empresas chinas. Además, Ford ha pospuesto nuevamente la apertura de su fábrica de camiones eléctricos en Tennessee, una inversión importante para la empresa, que ahora está prevista para 2027 en lugar de 2025.
Según las estimaciones del « Wall Street Journal », se espera que Ford pierda cerca de cinco mil millones de dólares debido a las pérdidas de ventas estimadas en 44,000 dólares por vehículo vendido a finales del segundo trimestre de 2024.
Ford no es la única empresa que ha reducido sus ambiciones ambientales. General Motors también anunció en julio el retraso en el lanzamiento de su nuevo SUV eléctrico « Buick » y el aplazamiento de la apertura de una planta de camiones eléctricos. La CEO de General Motors, Mary Barra, indicó que la empresa no quería adelantarse a la demanda de los consumidores y prefirió enfocarse en modelos eléctricos más pequeños que representan las mayores oportunidades de crecimiento.
Los observadores del mercado atribuyen este retroceso a la intensa competencia de los fabricantes chinos como BYD, el aumento de los costos de las baterías y la dificultad de encontrar estaciones de carga, lo que desalienta a los consumidores.
Sin embargo, estas decisiones se consideran movimientos tácticos mientras se espera una mejora en las condiciones. John Murphy, analista económico de Bank of America, señaló en una nota a los inversores que estas decisiones son difíciles a corto plazo, pero tienen sentido a mediano y largo plazo.
Los expertos afirman que los fabricantes de automóviles no tienen intención de retirarse del mercado de vehículos eléctricos. Dos fuerzas impulsan esta persistencia: el endurecimiento de las leyes gubernamentales sobre emisiones y la rápida expansión global de los fabricantes chinos de vehículos eléctricos y de Tesla.
Una ley reciente de la administración estadounidense concede a los fabricantes de automóviles hasta principios de 2030 para que las ventas de vehículos eléctricos constituyan la mayoría de sus ventas. Los porcentajes exactos dependen del nivel de emisiones de los otros coches vendidos.
Sin embargo, algunos expertos son más escépticos, especialmente porque este sector industrial está estrechamente vinculado a la política en Estados Unidos. Por lo tanto, la implementación de todas estas leyes ambientales podría detenerse por completo si un candidato republicano gana las elecciones de noviembre próximo.
En su programa electoral, Donald Trump promete explícitamente « eliminar el mandato para la fabricación de vehículos eléctricos y reducir las restricciones regulatorias costosas y complicadas » que afectan al mercado automotriz. No convencido de los beneficios de la política ecológica, Trump también quiere « convertir a América en el principal productor de energía del mundo. »