En un momento en que Argelia enfrenta un aislamiento sin precedentes debido a las políticas rígidas de su régimen militar, sumado a crecientes crisis económicas y sociales internas, su liderazgo ha tomado decisiones extrañas que solo agravan la situación y provocan la burla de los observadores. Entre estas medidas, los marroquíes han apodado « Visa Chingrihistan » a la complejidad de los procedimientos de viaje hacia Argelia, insinuando que el país está cada vez más alejado de las realidades políticas y diplomáticas mundiales, aislándose cuando debería abrirse y colaborar con sus vecinos y la comunidad internacional para enfrentar sus crisis.
En este contexto, la estrategia de Abdellatif Hammouchi, Director General de Seguridad Nacional de Marruecos, se ha destacado como una de las políticas de seguridad más exitosas en la región. Hammouchi ha logrado construir una sólida red de relaciones de seguridad e inteligencia con varias grandes naciones, permitiendo que Marruecos supere a Argelia en áreas críticas como la lucha contra el terrorismo, la inmigración ilegal y el crimen organizado. Esta estrategia no solo ha reforzado la seguridad interna de Marruecos, sino que también ha elevado su posición como un líder regional e internacional frente a los desafíos de seguridad contemporáneos.
La burla de los marroquíes hacia la « Visa Chingrihistan » refleja el descontento con las políticas estériles del régimen argelino. En un momento en que la región necesita una cooperación en seguridad y economía para enfrentar desafíos comunes, el régimen argelino se ha sumergido en políticas absurdas que solo aumentan el aislamiento de Argelia y agravan sus problemas internos. El término « Otoño de las colas » simboliza la desesperación de los argelinos que, en un país rico en petróleo, deben hacer largas filas para obtener productos básicos como leche, patatas y combustibles, reflejando una nueva etapa de declive en Argelia.
Por otro lado, Marruecos sigue adelante con su política de cooperación regional e internacional bajo la dirección del Rey Mohammed VI, centrada en fortalecer sus relaciones con socios estratégicos tanto en África como a nivel global. Estas políticas han llevado a un reconocimiento creciente de Marruecos como un socio confiable en cuestiones clave como el desarrollo sostenible, la seguridad alimentaria y la lucha contra el terrorismo, convirtiendo a Marruecos en un modelo a seguir en la región.
Con el deterioro económico y el aumento del desempleo, Argelia se enfrenta hoy a una nueva realidad, donde el « Otoño de las colas » se ha convertido en una experiencia diaria para los argelinos. Si el régimen sigue aferrándose a políticas cerradas y mal planteadas, este otoño podría ser solo el comienzo de una crisis aún más profunda, a menos que se produzca un cambio significativo en las políticas.
De este modo, Marruecos se posiciona como un modelo de estabilidad y progreso, mientras que Argelia sufre las consecuencias de un liderazgo rígido y falto de visión. Mientras los marroquíes se burlan de la « Visa Chingrihistan », la dolorosa realidad es que el régimen argelino cava su propio aislamiento, mientras Marruecos avanza con paso firme hacia un futuro más prometedor.