Durante la larga búsqueda de un primer ministro francés después de las elecciones legislativas anticipadas, los aliados de Francia observaban este vacío institucional con cierta inquietud. En Europa, el Magreb, África y el mundo árabe, había gran curiosidad por conocer la personalidad que lideraría Francia. Una figura de izquierda, con una agenda que anunciaba un cambio, era percibida de manera diferente a una figura de derecha que aseguraría la continuidad.
La pregunta de si Francia cambiará su política exterior con Michel Barnier sucediendo a Gabriel Attal tras largas negociaciones solo surgía en el extranjero. En Francia, esa interrogante era casi inexistente, ya que la política exterior es una prerrogativa del Presidente. Cualquiera que suceda a Stéphane Séjourné en el Ministerio de Asuntos Exteriores seguirá la hoja de ruta diplomática diseñada en el Elíseo.
Durante la campaña legislativa, esto no era tan evidente. Con las encuestas favoreciendo a la extrema derecha y la posible nominación de Jordan Bardella como primer ministro, surgió un debate inédito entre Marine Le Pen y Emmanuel Macron sobre quién dirigiría la política exterior y de defensa de Francia. Le Pen provocó una gran polémica al afirmar que Bardella tendría un papel decisivo, desafiando la tradición presidencial francesa.
Si la extrema derecha o la izquierda hubieran llegado al poder, la política exterior francesa habría enfrentado cambios importantes. Por ejemplo, la izquierda abogaba por el reconocimiento inmediato del Estado palestino, algo que Macron dudaba en hacer. La gestión de la guerra entre Rusia y Ucrania también habría sido diferente, ya que ambos polos políticos defendían poner fin al conflicto, incluso a costa de aceptar las ganancias territoriales de Rusia.
Con Michel Barnier, se esperan pocos cambios en política exterior. Su experiencia europea fortalecerá la importancia de la integración europea en la política francesa, en plena sintonía con Macron. Este nombramiento también podría brindar a Macron la oportunidad de revisar las relaciones con sus socios en el Magreb y Oriente Medio, especialmente ante la impredecible situación de las elecciones estadounidenses.
El nuevo ministro de Asuntos Exteriores de Barnier tendrá la tarea de actualizar la visión diplomática de Francia, particularmente en temas como la crisis iraní y el conflicto israelo-palestino. Finalmente, los socios económicos internacionales de Francia pueden esperar una continuidad en sus relaciones con el país.