En medio de la agitación política que sacude la ciudad de Tánger, tras la suspensión del presidente del municipio de Tánger Ciudad, Mohamed El Cherkaoui, y tres de sus adjuntos, emerge una escena política confusa.
Como de costumbre, algunas figuras políticas buscan un chivo expiatorio para ajustar cuentas pendientes, ignorando las duras realidades que viven los ciudadanos.
Estos críticos, que han perdido el rumbo de sus verdaderos objetivos, intentan ahora vincular los problemas actuales de la ciudad con el mandato del exgobernador Mohamed Mhidia, en un intento desesperado por echarle la culpa.
En lugar de buscar soluciones reales, han optado por el camino fácil: resucitar a una figura que dejó su cargo hace tiempo. Estos ataques no son más que maniobras políticas para empañar la reputación de Mhidia, a pesar de su importante papel en la modernización de infraestructuras y la atracción de inversiones significativas durante su mandato.
Los verdaderos responsables de los desafíos actuales son los funcionarios electos que no han cumplido sus promesas y no han ofrecido soluciones tangibles. Culpar a Mhidia es solo un intento de encubrir su propio fracaso en la gestión local.